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La Cortesía Mexicana

16 octubre 2024
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Alguna vez estuve invitado a una comida en casa de unas conocencias con las que yo no tenía mucha confianza. Era como estar en el castillo de Miramar, había un grupo de señoras de uniforme que pasaban al lado de cada comensal para tomar canapés de la bandeja que se le ofrecía. Yo traía en aquel día una acidez estomacal que podría calificarse como asesina y no tenía nada de apetito pero la anfitriona, una señora que debo reconocer era muy amable y también muy parecida a un loro huasteco me trataba con una amabilidad agobiante.



Aquella tarde la secuencia de hechos fue la siguiente, se me ofreció cuatro veces “una copita”, fui invitado a repetir cada uno de los tres platillos que se me ofrecieron. Todo se desarrollaba en un ambiente muy similar al de la corte del rey Luis XIV, “qué amable en venir”, “para mí es un placer”, “no se moleste” y una larga retahíla de cortesías que me dejaron muy envejecido.



La primera vez que fui a Madrid me quedé muy asombrado de la manera tan directa en que se dirigían a mí. Pedí unos cigarros Marlboro light y el tendero me miró fijamente y respondió “¡pero qué mierdas es eso, eso no esiste!” (así dijo “esiste”. Lo que tomé como una grosería en realidad era una virtud; los españoles hablan claro y directo y evitan el almíbar nacional de una manera muy clara. Una de las cosas que más me ha desconcertado en la vida se presenta cuando alguien me dice “anoche llegué a tu casa”. Dado que yo estaba en ella y no vi llegar a nadie entiendo que el tipo nomás quiere ser cortés. Otra frase que entiendo poco es una pregunta: “¿te puedo ser franco?” una respuesta posible es: “no, en realidad quiero que me veas la cara de pendejo”.



Otro saludo misterioso es el de “mucho gusto” a un desconocido. Uno no sabe si se trata de un estrangulador o un asesino serial. Por otro lado puede ser el tipo más mamón del mundo por lo que la caravana es evidentemente una falsedad cargada de hipocresía. Es como cuando se planea un viaje y alguien dice “será maravilloso” sin el menor conocimiento de causa y todo deviene en un infierno; alguien pierde la dignidad, otro adquiere malaria y una pareja que tenía una relación ejemplar acaba divorciada.



La cortesía mexicana nos obliga a usar el sufijo “ito” de una manera abominable. A la gente le parece que decir “indio”, “negro” o “gordo” es un agravio por lo que se recurre a una fórmula escalofriante que convierte en diminutivos a las etnias nativas, a las personas de raza negra y a los que tienen sobrepeso. No conozco una manera más clara de describir a alguien cuyo índice de masa corporal es alto como “gordo”, se trata de eso, de una descripción física que en mi caso no implica agresión alguna, pero la corrección política a la que hemos ya dedicado unas líneas nos dejará mudos sin el menor remedio.

Copyright © 2023 | Fedro Carlos Guillén Rodríguez

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