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Trompitas Enhiestas

30 octubre 2024
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Estoy seguro que si el padre Darwin hubiera advertido del uso que le damos al pulgar oponible en tiempos de modernidad se habría cuestionado acerca de la publicación de su teoría evolutiva. El hecho de que los celulares incorporen una cámara entre sus aditamentos se ha vuelto una perversión de los tiempos. Existe una cosa que se llama “selfie” que no es más que el dudoso arte de tomarse una fotografía en la que la principal característica es mirar a la cámara y poner la boca en una posición que recuerda vagamente a un huachinango del Golfo de México.



Las selfies pueden tener una moralidad desigual, hace un tiempo el diputado Gerardo Fernández Noroña conocido de manera popular como el “Changoleón” tuvo a bien tomarse una fotografía ante un espejo y con el torso desnudo. Por un error intelectual abrí el archivo con la imagen y sufrí muerte cerebral por el exacto lapso de ocho segundos y quedé muy convencido de que esas cosas no se hacen sin una advertencia.



El uso que se les da a las auto imágenes es de una moralidad variable, recientemente un joven que formaba parte de los apoyos del señor Presidente fue nombrado director de la agencia que dictamina el impacto ambiental a nivel federal, el asunto en sí mismo escandaloso, se agravó porque se hizo pública una selfie de este buen hombre mostrando sus vergüenzas al espejo y al mundo de las redes sociales, lo doblemente escandaloso fue que no hubo consecuencias.



Lo anterior no es una norma, hace no mucho tiempo una diputada amenazó a otra con mostrar sus fotos íntimas y un conocido ex futbolista perdió a la familia por mostrar un video en el que se apreciaban sus dotes físicas.



Tomarse fotografías propias no es lo mío, en primer lugar mi ineptitud tecnológica determina que oprima el botón equivocado y obtenga la imagen de la lámpara del techo, la segunda es que estéticamente no soy precisamente un hombre agraciado por lo que la memoria de mi celular merece un mejor destino. A lo largo de mi vida me he dado cuenta que la estupidez humana es inconmensurable, recuerdo el reto de echarse agua con hielos o la del “pasecito”, por cierto, en el que una conocida al participar fue cesada de manera fulminante. Las selfies me parece que siguen esta ruta de imbecilidad por la cual avanzamos a pasos agigantados. Sea, es el mundo que nos tocó vivir aunque añoro aquellos tiempos en que se juntaba la familia y le sonreían al pajarito para luego ir al revelado y concluir que la fotografías estaba sobrexpuesta.



Sigamos pues con las boquitas de huachinango que pretenden pescar popularidades. Aunque esté plenamente documentado que hay gente que se ha ido por desfiladeros por esta ego manía de quererse tanto.

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Hijos de la misma madre son los hábitos de gente poco lúcida que nos hace favor de informarnos lo que están comiendo y dónde se encuentran. Esto sólo puede tener una consecuencia que es el secuestro exprés. ¿Por qué pensarían que nos interesa tal información? Misterio, pero como ya expresé los caminos de la modernidad son misteriosos.

Copyright © 2023 | Fedro Carlos Guillén Rodríguez

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